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17 nov 2011

Chicos malos, ¿por qué nos gustan tanto?

Rebeldes, con el pelo alborotado, con vaqueros que marquen bien todo lo que tienen que marcar y con una camiseta de las que ayudan a lucir pectorales… mmmm. Un nuevo estudio demuestra los "chicos malos" nos vuelven loquitas.

Es matemático. Cuando un "chico malo" nos ronda alrededor se encienden nuestras alarmas. No importa si estamos en un bar lleno de gente o en una reunión con un cliente… Solo con mirarlo una vez lo sabemos, lo intuimos: es un chico malo, salvaje, apasionado… Y, aunque nos sometamos a un suicidio sentimental, caemos. Es más, lo buscamos. Esto no es algo que se pueda explicar fácilmente pero todas (si no todas, el 99% de las chicas) hemos estado enamoradas del niño malo y supersexy de la pandilla… ¿Por qué? ¿Qué tienen estos rebeldes para gustarnos tanto?

Según un estudio de la Universidad de Columbia Británica, las 1.000 mujeres que participaron en él encontraron a los chicos malos como más atractivos y sexys que a los chicos con aspecto happy y pinta de buenazos. Aunque suene increíble, es así, nos vuelven loquitas los chicos que nos arrancarían la ropa con los dientes y dejamos escapar a aquellos que nos llevarían el desayuno (con rosa incluida) a la cama.

Pero, ¿cuál es el verdadero motivo de que nos atraigan? Según la psicóloga Jean Twenge, coautora de The Narcissism Epidemic (Free Press) (La epidemia del narcisismo) “las mujeres se enganchan a los chicos que no temen a ir contra la corriente, les resultan más hombres”. Investigando más a fondo, hemos descubierto que todo se lo debemos agradecer (o recriminar) a nuestras antecesoras prehistóricas. Ellas se dieron cuenta de que esos tipos malos harían todo lo posible para protegerlas del peligro y para llevar a la cueva hamburguesas de mamut a la hora de comer, aunque tuvieran que quitárselas a los hombres de las otras cavernas. Con todo esto es normal que, aunque algo nos diga que estos chicos pueden darnos problemas, llevemos innato ese deseo de jugar con fuego… Ardiente.

Otra cuestión relativa a los ‘bad boys’ es que los vemos como un reto. ¿Y qué ocurre? Pues que para nosotras la palabra imposible no existe. Cuanto más inalcanzable es algo, más pasión ponemos en el empeño. Los retos nos hacen fuertes. Por ejemplo: ¿te cruzas con él y no te mira, ni te sonríe...? Está claro, te está tentando. ¿Por qué pensamos así? Según la neuropsicóloga Louann Brizendine, autora de The Male Brain (La mente masculina) y The Female Brain (La mente femenina) (RBA), cuanto menos nos sonríe un hombre, más deseamos estar con él. “Nuestras mentes están preparadas para responder a los gestos de los demás, (es algo instintivo e innato y, por ese motivo, intentamos hacer felices a los bebés) y cuando vemos una reacción positiva, la hormona de la felicidad (dopamina) se relaja. Pero cuando no recibimos eso, la dopamina explosiona y crea tensión por lo que intentamos trabajar duro para conseguir sentirnos bien. Cuando nalmente consigues ganarte la sonrisa del niño malo, te sientes diez veces mejor que si él te hubiera sonreído de inmediato…” Es decir, no, no es porque seamos masocas, es porque somos luchadoras. ¿No crees?

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