¡Quién no conoce los beneficios del masaje sobre el cuerpo y la mente! Y es que la manipulación de la piel y de los músculos contribuye a mejorar el estado corporal y anímico, potenciando la tonicidad y belleza del cuerpo. Un hecho que no sólo se percibe de cuello para abajo, sino también en el rostro. Las contracciones permanentes que se pueden llegar a producir en la cara favorecen el desarrollo de surcos y arrugas profundas, como sucede en el caso del rictus del arco nasogeniano (el que va de las aletas de la nariz a la comisura de la boca) o el del entrecejo.
Estudios llevados a cabo por especialistas en dermatología confirman que un masaje facial que favorezca la relajación muscular contribuye a:
- estimular la producción de fibroblastos y reorganizar las fibras de colágeno, lo que proporciona firmeza
- mejorar la microcirculación cutánea, y con ello, unificar el tono de la tez
- potenciar la actividad metabólica, lo que se traduce en una tonificación del tejido.
Ni tienes que dedicarle mucho tiempo ni es necesario que solamente lo hagas cuando vas a realizarte una limpieza de cutis. Lo puedes hacer tú misma en tu propia casa; bastan cinco minutos, preferentemente por la noche, antes de acostarte, mientras te aplicas la crema de noche para conseguir relajar los músculos, alisar las arruguitas y estimular los tejidos. El masaje gira en torno a tres gestos básicos, lo que unido a la acción de los productos cosméticos puede hacer auténticas maravillas en la piel, ¡toma nota!
- Para borrar los signos de tensión se recomiendan pellizcos profundos y repetidos siguiendo primero la línea de las cejas (siempre de dentro hacia fuera), y después, el borde del labio superior, desde el arco de Cupido hacia las comisuras de la boca.
- Las arrugas se alisan con pellizcos pequeños, suaves, superficiales y continuados, en perpendicular a las arrugas de la frente, las patas de gallo y los surcos nasogenianos.
- Para redibujar el contorno del rostro, se estimulan los tejidos profundos mediante pellizcos tónicos, amplios y rápidos, en la parte superior de las mejillas y en las mandíbulas, redibujando el óvalo facial. Esto favorece la oxigenación de los tejidos y activa la producción de fibras de colageno.