Del mismo modo que en en verano tenemos el cuidado de aplicarnos la protección solar más de una vez al día, es aconsejable aplicarse la hidratante facial más veces.
El frío, el viento, la humedad y en especial la calefacción son los responsables de que la piel se deshidrate y se reseque. No tiene porqué ser en todo el óvalo del rostro: algunas personas tienen los puntos de deshidratación bien localizados.
En mi caso son las mejillas en la zona más alta, hacia las sienes. Otras personas es la frente. Y por supuesto que también se puede sentir esa molesta sensación de tirantez en todo el rostro.
Por todo ello, llevarte la hidratante en el maletín es lo ideal. Al salir de casa, ya la llevarás aplicada. Hacia media mañana o a la hora del almuerzo puedes aplicarla de nuevo. Y si llegas a casa tarde por la noche, habrás realizado una tercera aplicación que la piel agradecerá y se notará en su aspecto.
Aunque poder, puedes llevarte en el neceser el envase que quieras, siempre será más cómodo un tubo o un airless. Las muestras son el summum total pero no siempre tienes stock. En realidad el único inconveniento de llevarte el tarro es el peso: si es de cristal. Hoy día, muchos tarros son de metacrilato o plástico.
No te de apuro llevarte tu cosmético hidratante al trabajo: te sorprendería saber cuántos como tú lo llevan. Esa prueba tendría que estar más que superada. Si superamos hace una eternidad el llevar el cepillo y la pasta de dientes (y utilizarla, claro), esto será pan comido.