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18 ene 2010

Toda la verdad sobre la pastilla de la eyaculación precoz

Ha llegado al mercado un nuevo fármaco para mejorar los problemas de alcoba, en concreto los que tienen que ver con la eyaculación precoz. Y a raíz del lanzamiento, hemos empezado a hablar de lo que supone llegar demasiado deprisa a la meta.

"Es como un estornudo". Éste es el símil que emplean la mayoría de los hombres que padecen eyaculación precoz para describir sus orgasmos. A nadie le gusta estornudar y a todos nos gusta tener orgasmos, así que algo no funciona en esta ecuación. Sin embargo, la comparación es muy útil para entender cómo se siente un hombre en este trance. Un estornudo anuncia su llegada con una serie de síntomas, pero nada se puede hacer para retrasarlo o pararlo. Casi en el mismo momento en que uno sabe que está a punto de estornudar, lo hace. Es rápido y procura un desahogo, pero ninguna sensación semejante a la del placer.

Siguiendo la trayectoria de un estornudo, encontramos los tres puntos que sirven para diagnosticar la eyaculación precoz. El primero es el más conocido: la rapidez. Los médicos tenían que ponerle un tiempo y se decidieron por el minuto. La eyaculación puede producirse durante el coito o, incluso, antes de éste. Son 60 segundos o menos en los que todo se descontrola y que quedan grabados a fuego en la memoria: por vergonzosos, claro. Ten en cuenta que, según sostienen varios estudios, la duración media de un coito ronda los siete minutos.

El tiempo es el factor más lógico para diagnosticar el problema, pero no es el único. Un encuentro rápido no significa que se padezca eyaculación precoz. El problema básico ocurre cuando la rapidez viene acompañada de la sensación de falta de control. Ese momento en el que todo se precipita es el que genera un vertiginoso desamparo. Seguramente, ésa es la sensación más angustiosa de todo el proceso. Y por último, pero no menos importante, está el hecho de que uno no lo ha disfrutado y que cuando piensa en lo ocurrido experimenta cierta angustia. Incluso pensar en la próxima relación sexual puede convertirse en motivo de inquietud.

La eyaculación precoz es uno de esos fantasmas con los que todos tememos encontrarnos. Tanto es así que Priligy, la pastilla de reciente aparición que combate esta disfunción, es el término más consultado en la web de Men's Health en los últimos meses. Con el lanzamiento de este fármaco se ha creado un debate social sobre el tema. Es obvio que hay un interés detrás: cuanta más importancia se le otorgue al problema, más éxito tendrá la pastilla que lo combate. Sin embargo, más allá del marketing, este debate era necesario y ha servido para que este problema que muchos callaban salga del armario. Como ocurrió con la disfunción eréctil, ahora hablará sobre eyaculación precoz hasta el portero de tu oficina. Pero habrá servido para vencer otro tabú y poder hablar de ello con normalidad.

Fuera tópicos

Sin lugar a dudas, este debate resultaba necesario, porque eran demasiados los hombres afectados por este problema. Entre el 20% y el 30% ha padecido eyaculación precoz alguna vez en su vida. El tópico nos ha llevado a creer que este trastorno únicamente afectaba a los más jóvenes en sus primeras experiencias. La escena del chico excitadísimo que "lo da todo" a la primera de cambio se ha convertido en la imagen más representativa de la eyaculación precoz. Pero no es así. Los estudios ratifican que los afectados pertenecen a todas las franjas de edad, sin que en ninguna de ellas se detecte una prevalencia mayor.

Igual que ocurre con la disfunción eréctil, estos problemas se callan hasta que se enquistan. A nadie le gusta ir hablando de lo rápido que acaba o de lo que le cuesta tener una erección. Y, de alguna manera, uno cree que si no piensa en ello o no habla de lo que le ocurre, tal vez desaparezca milagrosamente. Y lo que ocurre es justo lo contrario.

Se mire como se mire, padecer eyaculación precoz, acarrea bastantes sinsabores. Una encuesta realizada a más de 12.000 hombres comprobó que los que tienen eyaculación precoz presentan la autoestima más baja, están muy preocupados por las relaciones (hasta el punto de que llegan a evitar el contacto) y, en general, experimentan ansiedad y vergüenza.

Por otra parte, también se ha comprobado que es uno de los que peor perciben las mujeres. Así como la disfunción eréctil provoca comprensión, la eyaculación precoz es percibida como una forma de egoísmo. "La mayoría de hombres emplea la excusa de que su pareja le parece tan excitante que no puede aguantar. Pero eso sólo funciona al principio", explica Ignacio Moncada, coordinador nacional de andrología de la Asociación Española de Urología. Con el tiempo, la mujer se ve afectada también por la ansiedad de que todo va a acabar demasiado deprisa. Eso hace que en muchos casos no pueda disfrutar de la relación sexual y quede insatisfecha. En otros ocasiones, reprocha a su pareja que se preocupe poco por su placer.

La temida consulta con el especialista

Está claro, a nadie le hace gracia tener que hablar de su vida sexual con un tipo con bata blanca. Pero ésta es la única manera de poder dejar atrás el problema.

¿Qué es lo que te encontrarás si vas a la consulta de un especialista para hablar de eyaculación precoz? Para empezar, tendrás que contestar a una serie de preguntas. La primera cae por su propio peso: el tiempo que transcurre entre la penetración y la eyaculación. El médico se interesará por saber si se trata de un problema reciente o te pasa desde hace mucho. También te preguntará sobre las erecciones, pues en algunas ocasiones la eyaculación precoz viene acompañada de disfunción eréctil. Por último, cómo está afectando este problema a tu relación de pareja.

Las razones

Tras el interrogatorio, el médico se hará una idea de por dónde van los tiros. "Lo primero que hace un especialista es evaluar al paciente para encontrar las causas del trastorno", comenta Ana Puigvert, presidenta de la Asociación Española de Andrología. Hay dos causas principales: las orgánicas y las psicológicas. Entre las más habituales asociadas a las primeras encontramos afecciones urogenitales, vasculares, desequilibrios hormonales...

Las causas psicológicas se dividen en dos grandes grupos: de aprendizaje y de ansiedad. En nuestras primeras relaciones sexuales, aprendemos los mecanismos del placer y reconocemos el momento en que la eyaculación es inminente. Si este aprendizaje no se produce, no sabemos controlar el momento del clímax.

Por otra parte, la inseguridad y la ansiedad también desembocan en este trastorno. Cuando uno está demasiado preocupado por la "ansiedad de ejecución", es decir, por intentar que todo salga correctamente, no puede conectar con lo que está sintiendo. Es una gran paradoja: por querer controlar demasiado no se controla nada.

Por último, dentro de las causas psicológicas, también se encuentran los largos periodos de abstinencia. La adaptación a una nueva pareja puede provocar algunos episodios en los que todo sea muy rápido y confuso.

Una solución redonda

Tras el éxito obtenido por Viagra, los laboratorios farmacológicos descubrieron un nuevo campo de acción. Tras el célebre milagro azul aparecieron dos medicamentos más que se batían en duelo contra la disfunción eréctil: Levitra y Cialis. El mercado, en este sentido, estaba más que copado. Así que diferentes laboratorios se lanzaron a la carrera de encontrar la pastilla que solucionara el otro gran problema: la eyaculación precoz. La investigación, complicada. El principal reto era que no se conoce mucho sobre cómo funciona la eyaculación precoz desde un punto de vista fisiológico. Se sabe que está estrechamente relacionada con la seratonina, por lo que los medicamentos que influyen en ella mejoran el control. Hasta ahora, muchos especialistas recomendaban antidepresivos, porque estos actúan sobre la seratonina. Los laboratorios Janssen-Cilag experimentaron con la dapoxetina, que presentaba la ventaja de conseguir el efecto deseado y desaparecer rápidamente del organismo. Y, finalmente, fueron los que se llevaron el gato al agua, consiguiendo un fármaco que es realmente efectivo. Por fin.

No sólo pastilla

Priligy puede ser un buen "empujón" para los hombres que estén pasando por este trance, pero no hemos de olvidar que no es la solución definitiva al problema. La pastilla, en definitiva, consigue rebajar los síntomas. "Está claro que no soluciona todos los problemas sexuales, pero es el primer fármaco que es eficaz y esto es un gran adelanto", comenta Moncada.

La pastilla te la debe recomendar el médico y éste es el que prescribirá el tratamiento necesario según tu caso. En general, si la razón es psicológica, requerirá tumbarse en el diván. "La psicoterapia siempre ha sido una solución efectiva en estos casos y sigue siendo eficaz. La respuesta será mejor si se pueden combinar las sesiones con la pastilla", aclara Puigvert.

En general, Priligy supone un gran avance. Pero no se ha de olvidar que es una pastilla y no un milagro. La solución definitiva de la eyaculación precoz no se puede conseguir tan rápidamente y supone seguir un tratamiento que, combinado con la Priligy, dará sus resultados.
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