La dieta macrobiótica combina elementos del Budismo con principios dietéticos basados en la simplicidad y en evitar las toxinas que provienen de los lácteos, cranes y alimentos grasosos.
La dieta macrobiótica antigua era súper estricta, solo te dejaba comer granos integrales. ¿Te imaginas? Pero la dieta macrobiótica moderna, como la que hace Madonna, es mucho más flexible, aunque sí te recomienda que no consumas lácteos, carnes y azúcares refinados.
Una dieta macrobiótica común consiste de un 50%-60% de cereales orgánicos, 20%-25% de frutas y hortalizas orgánicas y locales, 5%-10% de sopas preparadas con vegetales, algas marinas, granos, frijoles y miso. Otros alimentos permitidos son las nueces, el pescado fresco, las semillas, las especias asiáticas, los pepinillos y tés no estimulantes y no aromáticos.
Con “locales” en el párrafo anterior me refiero a frutas y hortalizas que sean típicas del lugar donde vives. Por ejemplo, en España las frutas tropicales no entrarían en una dieta macrobiótica.
Como ves es una dieta predominantemente “vegetal”, pero no todos los vegetales son bienvenidos. Los tomates, berenjenas, pimientos, espárragos, espinacas, zucchinis, aguacates, betarragas no son recomendados.
