El dicho es bastante claro: más vale prevenir. Si se cuida la piel desde la juventud, se prevendrán futuros problemas. ¿Sabes cuáles son sus mayores enemigos?
El sol. Los rayos UVB son los causantes de las quemaduras solares, mientras que los UVA son los principales responsables del envejecimiento al atacar las fibras de colágeno y elastina, provocando flacidez y arrugas. El tabaco. Cada cigarrillo supone una triple agresión contra la piel: genera radicales libres, disminuye el aporte de oxígeno a las células y provoca arrugas en el labio debido al gesto de succión del pitillo. ¿Quién necesita más razones para dejar este hábito? La contaminación. Como el humo de los cigarrillos, las toxinas medioambientales agreden la salud de la piel y le quitan años. La falta de sueño. Cuando dormimos poco, el organismo se altera. Estudios recientes han demostrado que negarse el merecido descanso acelera el proceso de envejecimiento. El alcohol. Tomar un poco de vino en las comidas o una copa de forma ocasional no daña a la piel, pero la ingesta regular de alcohol acaba provocando deshidratación y flacidez, además de agravar los problemas de los cutis sensibles y/o con cuperosis.